¿PAPA, podemos conversar?

ESTIMADOS VECINOS: Los niños y niñas pequeños ven a sus padres como personajes gigantescos, no sólo por su estatura, sino por lo que significan para ellos. Creen que papá y mamá son los más sabios, los más poderosos y perfectos; que se trata de seres ejemplares provistos de dotes especiales…

Sin embargo, esta percepción va cambiando a medida que crecen. Poco a poco, aprenden a aceptarlos tal como son en realidad, en particular si les brindan su confianza y apoyo. Así, esta imagen idealizada, que viven como real durante bastante tiempo, se convierte en una idea más acorde con lo que sus padres son en realidad.

Desde los primeros años, los padres constituyen una especie de filtro del mundo exterior. Un mundo que paulatinamente los niños y niñas son capaces de descubrir y así entienden lo que sucede a su alrededor.

Con el tiempo, se darán cuenta de que estos seres que al principio les parecían absolutamente fantásticos, pueden equivocarse, lo que no tiene por qué acarrearles problemas, a no ser que su equilibrio emocional esté turbado por circunstancias adversas. En este caso podrían sentir que hay sido engañados. Por eso, es fundamental que los adultos adopten una actitud madura para que sus hijos/as vivan el paso de los padres imaginarios a los reales como algo enriquecedor y sin traumas.

Los niños y niñas no necesitan padres perfectos, sino padres con los cuales puedan contar. Porque son perfectamente capaces de admitir los errores de papá y mamá, si tienen claro que de todas maneras pueden contar con cada uno de ellos.

Al admitir que ambos pueden cometer errores, las chicas y chicos se convertirán en adultos capaces de aceptarse a sí mismos y a los demás, con todas las limitaciones que tenemos los seres humanos. Y para lograrlo, es fundamental una buena comunicación familiar.
COMUNICACIÓN FAMILIAR
La familia representa para el niño el primer modelo de comunicación, y, a través de la misma, se van gestando los distintos medios de expresión. La comunicación entre padres e hijos influye en el desarrollo de la personalidad de estos últimos y en su forma de integrarse en la sociedad.

La comunicación no sólo se refiere a las palabras sino también a expresiones como los gritos, el llanto, las caricias, los gestos… Para que exista una buena comunicación familiar, es necesario que ésta vaya en todas las direcciones: de padres a hijos y viceversa, entre la pareja y entre los hermanos.
La buena comunicación entre los miembros de una familia comienza en la pareja, porque es el modelo de referencia para sus hijas e hijos. Además, los padres que saben escuchar y atender las demandas de sus vástagos, facilitándole las explicaciones, información y afecto, permiten que éstos planteen sus puntos de vista y, de este modo, el intercambio será más enriquecedor.

Para establecer un intercambio de opiniones, en general, se puede aprovechar la hora de la comida, momento en el que la familia acostumbra a reunirse. Las conversaciones familiares no tienen por qué son profundas: bromear es tan importante como hablar de temas trascendentales.

Para entablar un diálogo sano conviene que los integrantes de la familia sean receptivos, capaces de escuchar al resto, que no prejuzguen conductas y que dejan libertad a los demás para expresarse y actuar. La capacidad de escuchar y la flexibilidad de criterio para admitir posibles cambios de actuación en los otros favorecen la comprensión y la comunicación.

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